domingo, 18 de marzo de 2012

REFLEXION

Cuando el SOL y la LUNA se encontraron por primera vez se enamoraron perdidamente y desde ahí comenzaron a vivir un gran amor.
El mundo aun no existía y el día que Dios decidió crearlo, les dio un toque final… ¡el brillo!
Dios decidió que el SOL iluminaría el día y que la LUNA iluminaría la noche y por ese motivo estarían obligados a vivir separados.
Ambos fueron invadidos por una gran tristeza y cuando se dieron cuenta que nunca más se encontrarían…
La LUNA fue quedándose cada vez más triste. A pesar del brillo dado por Dios, ella se sentía sola.
El SOL a su vez, había ganado un titulo de nobleza “ASTRO REY” pero eso tampoco le hizo feliz.
Dios viendo esto los llamó y les explicó:
Tú, LUNA, iluminarás las noches frías y calientes, encantarás a los enamorados y serás frecuentemente protagonista de hermosas poesías.
En cuanto a ti SOL, mantendrás ese título porque serás el más importante de los astros, iluminar la Tierra durante el día, darás calor al ser humano y solo eso hará a las personas más felices.
La LUNA mas triste se puso con ese cruel destino y lloró amargamente y el SOL al verla tan triste, decidió que no podría ser débil, ya que debía darle fuerzas y ayudarla a aceptar lo que Dios había decidido.
Aun así, el estaba tan preocupado que decidió pedirle algo a Dios:
Señor, ayúdale a la LUNA por favor, es mas frágil que yo, no soportará la soledad…
Y Dios… en su gran compasión… creó las estrellas para hacerle compañía a la bella LUNA.
La LUNA siempre que esta muy triste recurre a las estrellas que hacen de todo para consolarla, pero casi nunca lo consiguen.
Hoy ambos viven así… separados, el SOL finge que es feliz, y la LUNA no puede disimular su tristeza.